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«Tempo, tempo, tempo»

Es curioso cómo podemos utilizar una palabra o una expresión significando muchas cosas al mismo tiempo. Y cómo puede despertar en nosotros un mar de reflexiones sobre diferentes aspectos de nuestras vidas. Eso me ha pasado con esta expresión. «Tempo» significa, en italiano y literalmente, tiempo; pero también hace referencia en la música al ritmo de una composición determinada.

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Urólogos y andrólogos

Muy buenas de nuevo a todo@s. Tenía ganas de escribir esta entrada, aunque realmente no sabía cuándo lo haría. Como suele ocurrir, ha venido desencadenada por interacciones en Twitter. Como ya comenté en mi primera entrada, me costó mucho asumir que parte del problema podría ser mío (mezcla de inmadurez con las chorradas de «hombría» que nos mete la sociedad en la cabeza), y tardé meses en hacerme los primeros seminogramas y en ir a ver especialistas.

En un primer momento parecía que todo iba bien, hasta que en mis pruebas salió la palabra Teratozoospermia (terato a partir de ahora). La terato, como ya sabéis, tiene que ver con una alta concentración de formas anormales o extrañas. La movilidad también salía algo baja, lo que ocurre es que depende de cómo la midan en cada laboratorio y de cómo lo contabilicen al final. Por eso en algunos sitios nos decían que la movilidad era baja y en otros que se encontraba cerca de rangos normales.

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Familia e infertilidad

Aviso: esta entrada es kilométrica y ha sido escrita a trozos durante un par de semanas infernales, por lo que ha perdido «actualidad».

Lo cierto es que mi idea era escribir sobre las frases esas que siempre nos dicen y que nos hacen sentir fatal. Pero algunas de las chicas de Twitter con las que hablo (Isa, tú has iniciado este torrente de pensamientos) y me leéis me habéis hecho recordar y pensar sobre la familia y cómo se tomaron la infertilidad.

No diré que mi familia es rara, porque todas las familias son raras, todos tenemos manías y las de nuestros padres, hermanos y demás familiares directos siempre nos parecen más extrañas que las del resto del mundo (quizás por eso, porque son nuestra familia más directa y pueden molestarnos o parecernos absurdamente ilógico). Pero dentro de estas manías mi madre en concreto tiene una muy mala: cuando algo se le mete en la cabeza te machaca con ello de forma constante. Y luego tiene otra, y es que a veces intenta sentirse bien a través de los demás pero poniéndose ella por delante. Es raro de explicar y entender, pero a ver si con la situación llego a hacerlo comprender.

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Apuntes para nosotros

Muy buenas de nuevo a toda persona que gasta unos minutos de su vida en leer un poco este blog. Hoy quería dedicar una entrada a nosotros. Sí, a los hombres dentro de todo el embrollo que supone la infertilidad. Se podría decir que son una especie de consejos, aunque no me gusta dar consejos a nadie, ya que no estoy en posesión de la verdad. No obstante, creo que podría echaros una mano comentando alguno de los fallos que he cometido.

1. Es cosa de los dos
Sí, ya sé que en todas partes pone que ella es la paciente, pero la infertilidad es algo que hay que llevar en pareja. Hay que estar ahí siempre que se pueda. Y con estar no me refiero solamente a un estado físico, sino también al otro, al metafísico. Lo que se dice como involucrarse. Y no, no es suficiente el ir a todas las consultas con ella (que hay que ir), sino que también hay que preocuparse por lo que dicen los médicos (esto siempre de la forma en la que somos cada uno) y por leer o buscar cosas que no entendamos, ya que así muchas veces encontramos alternativas que no nos habíamos planteado.

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«El carnicero»

Como dije en la entrada anterior, llegó un momento, tras prácticamente un año de visitas a una ginecóloga general, en el que acudimos por primera vez a una clínica de reproducción asistida. Era la primera vez, y lo cierto es que no estábamos muy seguros qué nos íbamos a encontrar exactamente. Eso sí, estábamos muy esperanzados porque imaginábamos que la reproducción asistida no era un proceso tan costoso en todos los sentidos.

El lugar era conocido y el doctor que nos trataba también lo era, y mucho. Aquí lo denominaré con este «cariñoso» apodo, ya que esto queda por escrito, y aunque sean mis opiniones uno nunca sabe qué puede pasar. No obstante, de forma privada puedo decirle a quién lo quiera las señas de este supuesto profesional sanitario.

Como decía, íbamos con alguien de mucho renombre, algo que con el tiempo uno se da cuenta de que no siempre sirve de mucho (dice el refrán: «cría fama y échate a dormir»). El hombre en cuestión era educado y no nos dio una mala impresión. Nos enseñó el típico panfleto de reproducción asistida patrocinado por alguna empresa de medicamentos que, después, tanto veríamos en otros lugares. Era todo increíblemente fácil. Las tasas de éxito eran muy altas. Nos contaron que, además, teníamos que pensar en que el «fracaso acumulado» favorecía el éxito posterior. Y alguna cosa más que el tiempo hace que no recuerde bien.

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¿Qué se te pasa por la cabeza al principio de todo?

Ahora mismo probablemente sea difícil decirlo, pero hay un par de cosas que lo dominaban todo: la incertidumbre y el miedo. Las dos estaban estrechamente relacionadas ya que, al fin y al cabo, la incertidumbre no es más que la imposibilidad de saber algo a ciencia cierta, algo que en los días que corren nos produce miedo y ansiedad.

La pregunta que uno se hace al principio (y no tan al principio) es básicamente «¿Por qué no puedo ser padre?». Lo cierto es que en mi caso me obcequé demasiado pensando que, quizás, era una cuestión de suerte, y simplemente nosotros no la teníamos. Que había que probar más. Pero las cosas no son tan sencillas, ya que estamos hablando al final de un proceso compartido por dos personas.

Cuando mi pareja me dijo que ya era hora de ir a visitar a un especialista la verdad es que no estaba muy seguro de a qué se refería. Creía simplemente que sería ver a un ginecólogo o a un urólogo que nos orientase un poco y ya está. Eso fue lo que hicimos, y la verdad es que, mirando hacia atrás, creo que fue una pérdida de tiempo.

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